Hoy, a 57 años de la masacre, el grito de “2 de octubre no se olvida” recorre de nuevo las calles del país, recordando que la memoria es también una forma de justicia.

El 2 de octubre de 1968, la Plaza de las Tres Culturas se tiñó de sangre. Aquel día, el movimiento estudiantil fue reprimido a tiros por el Ejército y el Batallón Olimpia, dejando un número indeterminado de muertos y desaparecidos. Desde entonces, cada año se recuerda la tragedia con marchas, actos culturales y consignas que insisten: «No se olvida».

De acuerdo con investigaciones históricas, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz ordenó la operación militar contra los estudiantes reunidos en asamblea pacífica. Disparos, persecuciones y detenciones marcaron la jornada que quedó inscrita como una de las más oscuras en la historia moderna del país.

El movimiento del ’68 había surgido meses antes, exigiendo democracia, libertad de expresión y cese de la represión. Las universidades y preparatorias se convirtieron en centros de organización, lo que derivó en una movilización nacional de jóvenes. La respuesta del gobierno fue la violencia.